CAPÍTULO X
DE LO QUE MÁS LE VINO
A DON QUIJOTE CON EL VIZCAÍNO Y DEL PELIGRO EN QUE SE VIO CON UNA
TURBA DE YANGÜESES.
Empieza mencionando a
Sancho Panza, que se encontraba mal, pues, había sido maltratado
por los mozos de los frailes. Pero aún así” había estado atento
a la batalla de su señor don Quijote, y rogaba a Dios, en su
corazón” (p. 171) por su victoria “y que en ella ganase alguna
ínsula donde le hiciese gobernador, como se lo había prometido”
(pp.171-172)
Acabada la pendencia,
llegó a tenerle el estribo para que subiera a Rocinante, pero “antes
de que subiese se hincó de rodillas delante de él, y asiéndole la
mano, se la besó y le dijo:
- sea vuestra merced
servido, señor don quijote mío de darme el gobierno de la ínsula
que en esta rigurosa pendencia se ha ganado; que, por grande que sea,
yo me siento con fuerza de saberla gobernar tal y también como otro
que haya gobernado ínsulas en el mundo. A lo cual respondió
don Quijote:
- Advertid hermano
Sancho, que esta aventura y las a éstas semejantes no son venturas
de ínsulas, sino encrucijadas, en las cuales no se ganan otra cosa
que sacar rota la cabeza o una oreja menos. Tened paciencia, que
aventuras se ofrecerán donde no solamente os pueda hacer gobernador,
sino más adelante” (sino más todavía) (p. 172).
Sancho se alegró
mucho, de nuevo le besó la mano y la falda de la loriga. Con esa
alegría le ayudó a subir sobre Rocinante; y él lo hizo sobre su
asno y comenzó a seguir a su señor, pero era tal la rapidez con la
que iba su amo, que Sancho se vio obligado a darle voces para que le
guardase, cosa que hizo don Quijote teniendo las riendas de Rocinante
hasta que Sanco Panza llegase, al llegar le dijo:
- “Paréceme, señor,
que sería acertado irnos a retraer a alguna iglesia; que, según
quedó maltrecho aquel con quien os conbatistes, no será mucho que
den noticia del caso a la Santa Hermandad y nos prendan ; y a fe que
sí lo hacen, que primero que salgamos de la cárcel que nos ha de
sudar el hopo” (p. 173)
La Santa Hermandad
de Castilla – dice Martin de Riquer- , era un tribunal
constituido para castigar los delitos cometidos en el campo y que
disponía de milicias armadas formadas por grupos o cuadrillas ( de
donde los agentes se llamaban cuadrilleros) que perseguían a los
malhechores. Sudar el hopo, continúa
diciendo Martín de Riquer, es sudar hasta los pelos.
Tan
pronto como termina Sancho, don Quijote le dice: “Calla...
Y ¿has visto tú, o leído jamás, que un caballero andante haya
sido puesto ante la justicia, por más homicidios que hubiese
cometido?
-Yo
no sé nada de omecillos -respondió Sancho-, ni en mi vida le caté
a nunguno; solo sé que la Santa Hermandad tiene que ver con los que
pelean el el campo, en esotro no me entremeto”(P. 173).Sancho,
que no entiende la palabra , lo que quiso decirle a su señor es que
él no entendía nada de odio, ni de rencor, y que por lo mismo nunca
guardo odio a nadie.
Don
Quijote le recomienda que esté tranquilo, que él le sacará de
apuros, a la vez que le hace ver que nunca hubo un caballero andante
con más brío en acometer, más aliento en perseverar, más destreza
en herir, ni más maña en derribar. Sancho Panza que él no ha leído
ninguna historia , porque no sabe leer ni escribir, pero está seguro
que amo como él no ha servido en todos los días de su vida, y que
“lo que le ruego a vuestra merced es que se cure,que le va mucha
sangre de esa oreja, que aquí traigo hila y un poco de ungüento
blanco (era un medicamento que se hacia con cera, albayalde y aceite
rosado) en las alforjas” (p. 174)
Sancho
Panza desconoce el bálsamo, pero don Quijote se sabe su receta de
memoria con el que no hay que temor a la muerte, pues con él se cada
uno más sano que una manzana. Tan bueno es que le recomienda a
Sancho se lo aplique tan pronto lo vea malherido. Es tal la alegría
a la que llega Sancho que le hace saber a su señor, que si es así
renuncia a la prometida ínsula y no quiere otro pago a sus servicios
que su merced le de la receta de ese extremado licor. Tan
entusiasmado está que le dice a su amo don Quijote:” ¿pues a qué
guarda vuestra merced a hacelle y a enseñarmele?
-
Calla-respondió don Quijote-; que mayores secretos pienso enseñarte
y mayores mercedes hacerte; y, por agora, curémonos, que la oreja me
duele más de lo que yo quisiera “ (p. 174).(Es
importante, ver como Sancho entre tener y gobernar una ínsula y
poseer un medicamento para preservar la salud, opta por el
medicamento; es decir por la salud.).Sancho
sacó “de las alforjas hijas y ungüentos. Mas cuando don Quijote
llegó a ver rota su celada, pensó perder el juicio, y puesta la
mano en la espada y alzando los ojos al cielo, dijo:
-
Yo hago juramento al Criador de todas las cosas y a los santos
cuatro Evangelios, donde más largamente están escritos, de hacer la
vida que hizo el grande marqués de Mantua cuando juró de vengar la
muerte de su sobrino Valdovinos, que fue de no comer pan a manteles,
ni con su mujer fogar, y otras cosas...
Oyendo
esto Sancho le dijo” (p.175), entre otras cosas, que si cumplió el
caballero con lo que se le ordenó como fue irse a presentar a
Dulcinea del Toboso, no merece otra pena sino cometer nuevo delito..
Don Quijote le aprueba lo dicho diciéndole: “Has hablado y
apuntado muy bien” (p. 175). Pero Sancho un tanto enfadado le
contesta: “Qué dé al diablo vuestra merced tales juramentos,
señor mi, pues, son muy en daño para la salud y muy en perjuicio de
la conciencia”.(p. 175). Si no dígame ahora si no encontramos en
muchos días hombre armado con celada. Por todos estos caminos no
andas hombres armados, sino arrieros y carreteros, los cuales ni
traen caladas y han odio nombrarlas en todos los día de su vida.
-
“Engáñate en eso – dijo don Quijote- porque no habremos estado
dos horas por esas encrucijadas cuando veamos más armados que los
que vinieron sobre Abraca, a la conquista de Angélica la Bella”
(p. 176). Sea
así, y todo suceda bien y tendremos ocasión- dice Sancho- de ganar
esa ínsula que tan cara me cuesta, y muérame yo luego.
No
tienes que tener cuidado alguno -le contesta don Quijote- , “que
cuando faltare ínsula, ahí está el reino de Dinamarca o del de
Saliadisa, que te vendrá como anillo al dedo” (p. 176).Ahora
mira si traes algo en esas alforjas, que comamos, porque vamos luego
en basuca de algún castillo donde alojemos esta noche y hagamos el
bálsamo que te he dicho, porque yo te voto a Dios que me va doliendo
mucho la oreja.
-
Aquí trayo una cebolla, y un poco de queso, y no sé cuantos
mendrugos de pan-dijo Sancho-; pero no son manjares que pertenecen a
tan valiente caballero como vuestra merced.
-¡Qué
mal lo entiendes!-respondió don Quijote-;hágote saber, Sancho, que
es honra de los caballeros andantes no comer en un mes,y, ya que
coman, sea de aquello que hallaren más a mano” (p. 176). Don
Quijote le sigue exponiendo razones a Sancho. Le dice. Si hubieras
leído tantas historias de caballería como yo, esto lo darías por
cierto. Muchas han sido las historias de caballería que he leído
-sigue explicando-,, y no he hallado en ninguna en que los caballeros
andantes
“ comiesen,
si no era a caso y en algunos suntuosos banquetes que le hacía, y
los demás días se lo pasaban en flores” (.p.177), es decir, en
sosa de poca sustancia (aclara Martín de Riquer, en nota a pie de
página). “Y aunque se deja entender que no podían pasar sin comer
y sin hacer todos los otros menesteres naturales, porque, en efecto,
eran hombres como nosotros, hase de entender también que andando lo
más del tiempo de su vida por las florestas y despoblados, y sin
cocinero, que sus más ordinarias comidas serían de viandas
rústicas, tales como las que tú ahora me ofreces. Así que Sancho
amigo, no te acongoje lo que a mí me da gusto...
-Perdóneme
vuestra merced-dijo Sancho-; que yo no sé leer ni escribir, como
otra vez he dicho, no sé ni he caído en las reglas de la profesión
caballeresca; y de aquí adelante yo proveeré las alforjas de todo
género de fruta seca para vuestra merced, que es caballero, y para
mi las proveeré, pues no lo soy, de otras cosas volátiles y de más
sustancia” (p.177).
A
ello replicó don Quijote, diciendo que no quería decir que los
caballeros andante no no comieren otra cosa sino las frutas que
indicaba su escudero Sancho, sino que su alimento más ordinario
debía ser dicha frutas, así como otras yerbas que se hallaban por
los campos que los caballeros y él conocían. Conocimiento que para
Sancho es una virtud, y que algún día yo me imagino” será
menester usar de ese conocimiento” (p. 177)
Sacando Sancho los alimentos que dijo que traía comieron los dos en buena paz y compaña. Lo hicieron con mucha brevedad, pues, tenían que buscar alojamiento para aquella noche. Para ello se dieron prisa para “ llegar al poblado antes de que anocheciese; pero les faltóles el sol, y la esperanza de alcanzar lo que deseaban, junto a unas chozas de uno cabreros, y así, determinaron de pasarla allí; que cuanto fue de pesadumbre para Sancho no llegar a poblado, fue de contento para su amo dormirla al cielo descubierto, por parecerle que cada vez que esto sucedía era hacer un acto posesivo ( o positivo) que facilitaba la prueba de su caballero (p, 177)