martes, 21 de abril de 2015

CAPÍTULO II: QUE TRATA DE LA PRIMERA SALIDA QUE DE SU TIERRA HIZO EL INGENIOSO DON QUEIJOTE.

CAPÍTULO II

QUE TRATA DE LA PRIMERA SALIDA QUE DE SU TIERRA HIZO EL INGENIOSO DON QUEIJOTE.
 Realizadas todas la preparaciones, decide poner en efecto su pensamiento. Piensa que el mundo necesita de su acción para impartir justicia. En el mundo son muchos los agravios que ha de deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar y deudas que satisfacer(pp106-107). Decide, un tanto impaciente, sin comunicarlo,salir por la mañana, antes de del día, en un día caluroso de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante y sale al campo, con grandísimo contento y alborozo para dar cumplimiento a sus gran deseo, que es hacer justicia, amparar a los menesterosos. Tan pronto se vio en el campo se percata de que se tiene que armar caballero conforme a la ley de caballería. Razón por lo que decide armarse caballero del primero que tope. Y con esa idea va caminando a la espera de encontrar la oportunidad lo más pronto posible.
En su caminar va conversando consigo mismo y diciendo cosas como estas: contarían la historia de sus verdaderos hechos.
Subió de nuevo “sobre su Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel”(p.108).
Y era la verdad que por él caminaba. Y añadió diciendo:
-Dichosa edad, y siglo dichoso aquel a donde saldrán a luz las famosas hazañas mías, digna de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en la tabla para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quién ha de tocar a ser cronista desta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras” (p. 108).
Después se acordó, como si estuviera enamorado de Dulcinea: ¡Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazón...” Continuó hablando sobre los agravios que le había hecho su dulcinea y demás cosas que había leído en los libros. Iba caminando despacio y durante aquel día nada le sucedió digno de destacar. “Autores hay que dice que la primera aventura que le vino fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento...pero lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha, es que él anduvo todo aquel día, y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre” (p. 109). Su afán era encontrar un castillo o una venta para descansar y acabar con el hambre. Al fin ve una venta, que a él le pareció un castillo, se da prisa y llegó a ella en el momento en que anochecía.

 En la puerta estaba dos mujeres mochas, destas que se llaman de partido (mujeres deshonestas y vagabundas), las cuales les parecieron dos hermosas doncellas o dos graciosas damas, que en la puerta del castillo se estaban solazando. Aquellas doncellas se reína, no solo de su figura, de su facha sino de sus dichos, de su manera de hablar. Al fin sale el ventero, hombre gordo, pacífico y decidió hablale recatada y dulcemente:
- Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, amén (aquí la palabra significa excepto) del lecho...Viendo D. Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza, que le pareció a él el ventero, respondió:
- Para mi , señor castellano, cualquier cosa basta porque:
mis arreos son las armas
mi descanso el pelear, etc
Mi cama las duras peñas.
Mi dormir siempre velar (primeros versos de un precioso romance, publicado en cancionero de Amberes, mediado del siglo XVI)
Al decirle los dos últimos versos el ventero, se fue a tener el estribo a D. Quijote, que se apeó con mucha dificultad y trabajo. Mandó que cuidaran de su Rocinante que el el más valioso del mundo, cosa que el ventero lo vio así. Las mozas le fueron quitando las armas y demás cosas. Pero no pudieron quitarle la gola y la celada, con las que se tuvo que acostar. Y pensando que aquellas mozas eran algunas principales señora y damas de aquel castillo, les dijo con mucho donaire:

Nunca fuera caballero
de dama también servido
como fuera don Quijote
cuando de su aldea vino:
doncellas curaban dél;
princesas, del su rocino

Don quijote ofrece sus servicios a las damas(mozas) de defensa. Las mozas no responden y solo le preguntaron si quería comer alguna cosa. Pero aquel día era viernes y solo había pescado. Le ponen la mesa en la puerta de la venta, por el fresco y el llevó el huésped una porción de mal remojado y peor cocido bacalao y un pan tan negro y mugriento como sus ramas. Su manera de comer producía risa. Estando comiendo con esta facha, llega a la venta un castrador de puercos e hizo sonar el silbato, lo que le hace creer a don Quijote “que estaba en algún famoso castillo y que le servían con música, y que el abadejo eran truchas, el pan candeal y las rameras damas, y el ventero castellano del castillo, y con eso daba por bien empleada su determinación y salida. Pero lo que más le fatigaba era el no verse armado caballero, por parecerle que no se podía poner legítimamente en aventura sin recibir la orden de caballería” (p. 114).

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¿Qué nos quiere enseñar Cervantes, narrador del Quijote, en este capítulo reducido a la salida silenciosa del mismo, sin más aventura que encontrarse con una posada que le parece un castillo y una mozas que le parecen algunas principales señora y damas de aquel castillo?
Pienso que Cervantes nos quiere decir que cuando el ser humano está poseído por la idea sublime, convertida en ilusión de sueños que desvelan, tiende a convertir la realidad de la vida terrenal en la realidad de la vida celestial: empeñado en reemplazar dicha realidad terrenal en en la celestial. Aquello que ve don Quijote no es lo que ve, sino lo que desea y quiere que sea: la venta no es la venta, sino el castillo, estancia del caballero andante; el ventero no es el ventero, sino un caballero castellano; las mozas no son las mozas, sino grandes y principales señoras, Rocinante no es un Rocinante cualquiera, sino el más valioso de cuantos existen en el mundo; el no es un caballero cualquier, sino el único, el más valiente del mundo, para ello tiene que respetar las leyes de caballería y armarse caballero con arreglo a las Leyes de Caballería. Y en tanto no sea así no puede ni debe emprender aventura alguna para deshacer agravios, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar y deudas que satisfacer desde a la ley.  La ley es la ley, y hay que respetarla.
En el uso de su libertad, Cervantes  se permite trasnformar don Quijote en un ser loco para que en sus delirios haga cantos de alabanza, dulzura y lisonja, y así lograr su objetivo, qwue no es otro que hacerse caballero para impartir justicia, que es la que falta en la tierra. Y así es como consigue, entre burlas y charangas poner a disposición al ventero para hacerle caballero. La deformación de las realidades solo está permitida a los locos, a los humoristas, a los magos.

viernes, 17 de abril de 2015

DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Don Quijote de la Mancha, en tu 4º Centenario de tu II parte voy a intentar introducirme en tu entrañas con el fin expreso de conocerte hasta tu último latido. Lo quiero hacer  con amor, admiración y sencillez, con lenguaje de niño.
Mi libro de lectura es Historia de la Literatura: Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Edit. RBB Editores. S.A. Barcelona 1994


                                        PRIMERA PARATE




     CAPÍTULO PRIMERO

QUE TRATA DE LA CONDICIÓN Y EJERCICIO DEL FAMOSO DON QUIJOTE DE LA MANCHA  



Empieza el capítulo afirmando que en un lugar de la Mancha, nombre del que no quiere acordarse Cervantes, vivía un hidalgo (hidalgo, hijodalgo o fidalgo era en dicha época noble sin ser titulado, es decir, era un ricohombre). Un Hidalgo del que el narrador lo va describiendo fisica, patriominial y socialmente.Empieza describiendo sus bienes, diciendo lo que come y los que viven en su casa, que son  una ama de casa, que pasaba de los cuarenta; una sobrina, que no llegaba a los veinte; y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Inmediatamente dice que la edad de D. Quijote frisaba los 50 años. Era -sigue describiendo el narrador-, de “complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza”(p.100).

Era, reitaramos, un hidalgo que pasaba la mayoría de su tiempo ocioso y en dicho tiempo leía libros de caballerías con tal a afición y gusto que terminó olvidando los ejercicios de la caza, y hasta la administración de su hacienda. Su “curiosidad y desatino fue tal que llegó a vender muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballería en que leer, y así , llevó a su casa todos cuantos haber de ellos; y de todos, ninguno le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva” (p. 100).



Le encantaba la lectura, y sobre todo aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas parte hallaba escrito: la razón de la sin razón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura. Y tambien cuando leía...los altos cielos de nuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.

Estas lectura eran todo un desafío para nuestro hidalgo. Se esforzaba por entender estas lecturas, esta sin razones. Quería ver su sentido. Pero la verdad que ello le hacía perder el juicio. Aquellas lecturas eran motivo de discusión con cuantos hablaba de ellas, entre lo cuales estaba el cura, hombre docto, graduado en Sigüenza.
“En resolución, él se enfrascó tanto en la lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio;y así, del poco dormir y de mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquinas de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no no había otra historia más cierta en el mundo” (p. 101).
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así que para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrarse eterno nombre y fama” (p.102)
Llevado por ese deseo de grandeza y de fama inicia la limpieza de las armas de su bisabuelo (del final del siglo XV) y aunque se percató que le faltaba la celada de encaje, pero tenía un morrión simple (casco). Una vez limpias las armas se va a ver a su rocín y le pareció que ni Bucéfalo de Alejandro ni el Babieca del Cid se podían igualar con su Rocín. Pasó despues, a pensar que nombre le ponía (para lo que tardó 4 días), y convino despues de mucho pensar que debía llamarse Rocinante, “nombre a su parecer alto, sonoro y significativo” (p.p.104).
Después piensa en el nombre que se ha de poner él (para lo que dedica 8 días), y se pone por nombre don Quijote de la Mancha. Puesto el nombre se percata que le “falta una dama de quien enemorarse ; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma, deciase él asi” (p.105)
Se siente todo un caballero difícil de ser vencido y sí de vencer aunque los demás sean gigantes. Vencidos que piensa que se han de presentar ante su dulce señora para notificarle que fue vencido en singular batalla por don Quijote de la Mancha y disponga su señora de él a su talante ( a su voluntad o a su gusto).
Todas estas disquisiciones y discurso le alegran mucho. Encuentra en Toboso una moza labradora de quien él durante un tiempo estuvo enamorado, aunque ella jamás lo supo, ni le dio cata dello, que tenía por nombre Aldonza Lorenzo, a la que le díó el título de señora de su pensamiento y buscarle nombre que no desdijese mucho del suyo y que pareciese de princesa y gran señora, y le puso el de Dulcinea del Toboso, nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo.
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 Es evidente que Cervantes no escribe D. Quijote a vuelapluma. Se toma su tiempo para anotar cuantas cosas quiere decir. Reflexiona sobre todo aquello que quiere narrar y describir a sus personajes nítidamente, tanto psicológica como físicamente. Se aprecia que conoce los lugares de que habla, y los conoce bien, dando la sesación incluso que ha estado en insitu ellos.
  Empieza pensando en un hijodalgo que vive en un lugar que no quiere mencionar, indicando con ello que puede ser uno cualquiera de la Mancha. Un hijodalgo; es decir un ricohombre que dispone de tiempo suficiente para el ejercicio de la caza, caza que deja porque lo cambia por el de la lectura de libros de Caballería. Lecturas que no entiende, pese a que quiere desentrañar su sentido. Se produce en don Quijote un cambio de actividad: de cazador a lector, lectura que lo lleva a convertirse en caballero andante para impartiir justicia, justicia que piensa que no se da en el mundo en que vive. Pues muchos son los que se burlan  de ella, y muy pocos a los que se la ha imprtido justamente.
  Es evidente, que el lector de dichos libros de Caballería es Cervantes. Y como lector tiene un amplio conocimiento de dichos libros, hasta tal punto que no se le escapa detalle. Describe pulcramente al hidalgo, que empieza poniendo el sobre nombre de Quijada o Quesada, le es igual uno u otro. Después de decir que frisaba en 50 años, lo describe físicamente: “complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro”, gran madrugador y amigo de la caza” (p.100)
  Su afición es tal a la lecturas que termina perdiendo el juicio, con lo que nos quiere recomendar el autor que todo se debe hacer con medida, que los excesos llevan a estas situaciones. Recobrado el juicio piensa en hacerse caballeroe para el aumento de su honra y para el servicio de su república, hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrarse eterno nombre y fama” (p.102). No se trataba de hacerse un o un caballero cualquiera, sino el mejor, el más valiente, el invencible;y todo para gloria de todos los agraviados en el mundo, y de su Dulcinea del Toboso.
  A partir de ahí piensa y ejecuta su preparación: limpia sus armas, se toma 4 días para pensar detenidamente el nombre que le va a Poner a su Rocín, y que termina poniéndole Rocinante, después se toma 8 días para ponerse el suyo, Don Quijote de la Mancha, y acto seguido el de la moza de sus sueños, que le pone Dulcinea del Toboso. Todos estos nombres le son musicales, peregrinos y significativos. Una vez más nos indica el autor que las cosas llevan su tiempo, su reflexión. No se deben ni se pueden hacer a la ligera, sino de forma adecuada, juiciosamente, con cordura. Sus mensajes educativos y aleccionadores ( Instruir, amaestrar, enseñar) los hace valiendose de refranes como estos: 
 “Vaca y carnero, olla de caballeros” (p. 98). Citado por Sebastián Covarrubias) que vine a significar que D. Quijote era más bien pobre, pues, la vaca vale menos que la carne de de carnero 
El caballero andante sin amores es como árbol sin hojas y sin frutas o el cuerpo sin alma.” p. 105.
Don Quijote, para hacer lo que ha de hacer, y decir lo que ha de decir, no puede ser un caballero cualquiera, ha de ser un  loco-cuerdo; loco para que se le permita hacer y de dicer lo que hace y dice, y cuerdo para dar validez a lo que en condiciones normales el hombre justo y honorable debería de decir y hacer. 
Cervantes no hubiera podido hablar de un república, ni entrar en batalla con unos monjes, sin no se hubiera valido de un loco, siendo un súbito de un reino 
donde no se ponía el sol.

 
                                               CAPÍTULO II

QUE TRATA DE LA PRIMERA SALIDA QUE DE SU TIERRA HIZO EL INGENIOSO DON QUEIJOTE.
 Realizadas todas la preparaciones, decide poner en efecto su pensamiento. Piensa que el mundo necesita de su acción para impartir justicia. En el mundo son muchos los agravios que ha de deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar y deudas que satisfacer(pp106-107). Decide, un tanto impaciente, sin comunicarlo,salir por la mañana, antes de del día, en un día caluroso de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante y sale al campo, con grandísimo contento y alborozo para dar cumplimiento a sus gran deseo, que es hacer justicia, amparar a los menesterosos. Tan pronto se vio en el campo se percata de que se tiene que armar caballero conforme a la ley de caballería. Razón por lo que decide armarse caballero del primero que tope. Y con esa idea va caminando a la espera de encontrar la oportunidad lo másd pronto posible.
En su caminar va conversando consigo mismo y diciendo cosas como estas: contarían la historia de sus verdaderos hechos.
Subió de nuevo “sobre su Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel”(p.108).
Y era la verdad que por él caminaba. Y añadió diciendo:
-Dichosa edad, y siglo dichoso aquel a donde saldrán a luz las famosas hazañas mías, digna de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en la tabla para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quién ha de tocar a ser cronista desta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras” (p. 108).
Después se acordó, como si estuviera enamorado de Dulcinea: ¡Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazón...” Continuó hablando sobre los agravios que le había hecho su dulcinea y demás cosas que había leído en los libros. Iba caminando despacio y durante aquel día nada le sucedió digno de destacar. “Autores hay que dice que la primera aventura que le vino fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento...pero lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha, es que él anduvo todo aquel día, y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre” (p. 109). Su afán era encontrar un castillo o una venta para descansar y acabar con el hambre. Al fin ve una venta, que a él le pareció un castillo, se da prisa y llegó a ella en el momento en que anochecía.

 En la puerta estaba dos mujeres mochas, destas que se llaman de partido (mujeres deshonestas y vagabundas), las cuales les parecieron dos hermosas doncellas o dos graciosas damas, que en la puerta del castillo se estaban solazando. Aquellas doncellas se reína, no solo de su figura, de su facha sino de sus dichos, de su manera de haablar. Al fin sale el ventero, hombre gordo, pacífico y decidió hablale recatada y dulcemente:
- Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, amén (aquí la palabra significa excepto) del lecho...Viendo D. Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza, que le pareció a él el ventero, respondió:
- Para mi , señor castellano, cualquier cosa basta porque:
mis arreos son las armas
mi descanso el pelear, etc
Mi cama las duras peñas.
Mi dormir siempre velar (primeros versos de un precioso romance, publicado en cancionero de Amberes, mediado del siglo XVI)
Al decirle los dos últimos versos el ventero, se fue a tener el estribo a D. Quijote, que se apeó con mucha dificultad y trabajo. Mandó que cuidaran de su Rocinante que el el más valioso del mundo, cosa que el ventero lo vio así. Las mozas le fueron quitando las armas y demás cosas. Pero no pudieron quitarle la gola y la celada, con las que se tuvo que acostar. Y pensando que aquellas mozas eran algunas principales señora y damas de aquel castillo, les dijo con mucho donaire:

Nunca fuera caballero
de dama también servido
como fuera don Quijote
cuando de su aldea vino:
doncellas curaban dél;
princesas, del su rocino

Don quijote ofrece sus servicios a las damas(mozas) de defensa. Las mozass no responden y solo le preguntaron si quería comer alguna cosa. Pero aquel día era viernes y solo había pescado. Le ponen la mesa en la puerta de la venta, por el fresco y el llevó el huésped una porción de mal remojado y peor cocido bacalao y un pan tan negro y mugriento como sus ramas. Su manera de comer producía risa. Estando comiendo con esta facha, llega a la venta un castrador de puercos e hizo sonar el silbato, lo que le hace creer a D. Quijote “que estaba en algún famoso castillo y que le servían con música, y que el abadejo eran truchas, el pan candeal y las rameras damas, y el ventero castellano del castillo, y con eso daba por bien empleada su determinación y salida. Pero lo que más le fatigaba era el no verse armado caballero, por parecerle que no se podía poner legítimamente en aventura sin recibir la orden de caballería” (p. 114).

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¿Qué nos quiere enseñar Cervantes, narrador del Quijote, en este capítulo reducido a la salida silenciosa del mismo, sin más aventura que encontrarse con una posada que le parece un castillo y una mozas que le parecen algunas principales señora y damas de aquel castillo?
Pienso que Cervantes nos quiere decir que cuando el ser humano está poseído por la idea sublime, convertida en ilusión de sueños que desvelan, tiende a convertir la realidad de la vida terrenal en la realidad de la vida celestial: empeñado en reemplazar dicha realidad terrenal en en la celestial. Aquello que ve D. Quijote no es lo que ve, sino lo que desea y quiere que sea: la venta no es la venta, sino el castillo, estancia del caballero andante; el ventero no es el ventero, sino un caballero castellano; las mozas no son las mozas, sino grandes y principales señoras, Rocinante no es un Rocinante cualquiera, sino el más valioso de cuantos existen en el mundo; el no es un caballero cualquier, sino el único, el más valiente del mundo, para ello tiene que respetar las leyes de caballería y armarse caballero con arreglo a las Leyes de Caballería. Y en tanto no sea así no puede ni debe emprender aventura alguna. La ley es la ley, y hay que respetarla.