Don
Quijote de la Mancha, en tu 4º Centenario de tu II parte voy a
intentar introducirme en tu entrañas con el fin expreso de conocerte
hasta tu último latido. Lo quiero hacer con amor, admiración y
sencillez, con lenguaje de niño.
Mi
libro de lectura es Historia de la Literatura: Cervantes. Don Quijote
de la Mancha. Edit. RBB Editores. S.A. Barcelona 1994
PRIMERA
PARATE
CAPÍTULO
PRIMERO
QUE TRATA DE LA
CONDICIÓN Y EJERCICIO DEL FAMOSO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Empieza
el capítulo afirmando que en un lugar de la Mancha, nombre del que
no quiere acordarse Cervantes, vivía un hidalgo (hidalgo, hijodalgo o fidalgo
era en dicha época noble sin ser titulado, es decir, era un
ricohombre). Un Hidalgo del que
el narrador lo va describiendo fisica, patriominial y socialmente.Empieza describiendo sus bienes, diciendo lo que come y los que viven en su casa, que son una ama de casa, que
pasaba de los cuarenta; una sobrina, que no llegaba a los veinte; y
un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín
como tomaba la podadera. Inmediatamente dice que la edad de D. Quijote frisaba los 50 años.
Era -sigue describiendo el
narrador-, de “complexión
recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de
la caza”(p.100).
Era, reitaramos,
un hidalgo que pasaba la mayoría de su tiempo ocioso
y en dicho tiempo leía
libros de caballerías
con tal a afición y gusto que terminó olvidando los ejercicios de
la caza, y hasta la administración de su hacienda. Su
“curiosidad y desatino
fue tal que llegó a vender muchas hanegas de tierra de sembradura
para comprar libros de caballería en que leer, y así , llevó a su
casa todos cuantos haber de ellos; y de todos, ninguno le parecían
tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva” (p.
100).
Le
encantaba la lectura,
y sobre todo aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en
muchas parte hallaba escrito:
la razón de la sin razón que a mi razón se hace, de tal manera mi
razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura. Y
tambien cuando leía...los
altos cielos de nuestra divinidad divinamente con las estrellas os
fortifican, y hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra
grandeza.
Estas
lectura eran todo un desafío para nuestro hidalgo. Se
esforzaba por entender estas lecturas, esta sin razones. Quería
ver su sentido. Pero la verdad que ello le
hacía perder el juicio. Aquellas lecturas eran motivo de discusión con cuantos hablaba de ellas, entre lo cuales
estaba el cura, hombre docto, graduado en Sigüenza.
“En
resolución, él se enfrascó tanto en la lectura, que se le pasaban
las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en
turbio;y así, del poco dormir y de mucho leer se le secó el
cerebro, de manera que vino
a perder el juicio.
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así
de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas,
requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y
asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda
aquella máquinas de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía,
que para él no no había otra historia más cierta en el mundo”
(p. 101).
“ En
efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño
pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció
convenible y necesario, así que para el
aumento de su honra como
para el servicio
de su república,
hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y
caballo a buscar las aventuras y ejercitarse en todo aquello que él
había leído que los caballeros
andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y
poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrarse
eterno
nombre y fama”
(p.102)
Llevado
por ese deseo de grandeza y de fama inicia la limpieza de las armas
de su bisabuelo (del final del siglo XV) y aunque se percató que le
faltaba la celada de encaje, pero tenía un morrión simple (casco).
Una vez limpias las armas se va a ver a su rocín y le pareció que
ni Bucéfalo de Alejandro ni el Babieca del Cid se podían igualar
con su Rocín.
Pasó despues, a pensar que nombre le ponía (para lo que tardó 4
días), y convino despues de mucho pensar que debía llamarse
Rocinante, “nombre
a su parecer alto, sonoro y significativo” (p.p.104).
Después
piensa en el nombre que se ha de poner él (para lo que dedica 8
días), y se pone por nombre
don Quijote de la Mancha. Puesto
el nombre se percata que le “falta una dama de quien enemorarse ;
porque el caballero
andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin
alma,
deciase él asi” (p.105)
Se
siente todo un caballero difícil de ser vencido y sí de vencer
aunque los demás sean gigantes. Vencidos que piensa que se han de
presentar ante su dulce señora para notificarle que fue vencido en
singular batalla por don Quijote
de la Mancha
y disponga su señora de él a su talante
( a su voluntad o a su gusto).
Todas
estas disquisiciones y discurso le alegran mucho. Encuentra en Toboso
una
moza labradora de quien él durante un tiempo estuvo enamorado,
aunque ella jamás lo supo, ni le dio
cata dello, que tenía por nombre Aldonza
Lorenzo, a
la que le díó el título de señora de su pensamiento y buscarle
nombre que no desdijese mucho del suyo y que pareciese de princesa y
gran señora, y le puso el de Dulcinea
del Toboso, nombre,
a su parecer, músico y peregrino y significativo.
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Es
evidente que Cervantes no escribe D. Quijote a vuelapluma.
Se toma su tiempo para anotar cuantas cosas quiere decir. Reflexiona
sobre todo aquello que quiere narrar
y describir a sus personajes nítidamente, tanto psicológica como
físicamente. Se aprecia que conoce los lugares de que habla, y los conoce bien, dando la sesación incluso que ha estado en insitu ellos.
Empieza
pensando en un hijodalgo que
vive en un lugar que no quiere mencionar, indicando con ello que
puede ser uno cualquiera de la Mancha. Un hijodalgo; es decir un
ricohombre que dispone de tiempo suficiente para el ejercicio de la
caza, caza que deja porque lo cambia por el de la lectura de libros
de Caballería. Lecturas
que no entiende,
pese
a que quiere desentrañar su sentido. Se produce en don Quijote un cambio de actividad: de cazador a lector, lectura que lo lleva a convertirse en caballero andante para impartiir justicia, justicia que piensa que no se da en el mundo en que vive. Pues muchos son los que se burlan de ella, y muy pocos a los que se la ha imprtido justamente.
Es
evidente, que el lector de dichos libros de Caballería es Cervantes.
Y como lector tiene un amplio conocimiento de dichos libros, hasta
tal punto que no se le escapa detalle. Describe pulcramente al
hidalgo, que empieza poniendo el sobre nombre de Quijada o Quesada,
le es igual uno u otro. Después de
decir que frisaba en 50 años,
lo describe físicamente:
“complexión
recia, seco de carnes, enjuto de rostro”, gran madrugador y amigo
de la caza”
(p.100)
Su
afición es tal a la lecturas que termina perdiendo el juicio, con lo
que nos quiere recomendar el autor que todo se debe hacer con medida,
que los excesos llevan a estas situaciones. Recobrado el juicio piensa en hacerse caballeroe
para el aumento de su honra y para el servicio
de su república,
hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y
caballo a buscar las aventuras y ejercitarse en todo aquello que él
había leído que los caballeros
andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y
poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrarse
eterno
nombre y fama”
(p.102). No
se trataba de hacerse un o
un caballero cualquiera, sino el mejor, el más valiente, el
invencible;y todo para gloria de todos los agraviados en el mundo, y de su Dulcinea del Toboso.
A
partir de ahí piensa y ejecuta su preparación: limpia sus armas, se
toma 4 días para pensar detenidamente el nombre que le va a Poner a
su Rocín, y que termina poniéndole Rocinante, después se toma 8
días para ponerse el suyo, Don Quijote de la Mancha, y acto seguido
el de la moza de sus sueños, que le pone Dulcinea del Toboso. Todos
estos nombres le son musicales, peregrinos y significativos. Una vez
más nos indica el autor que las cosas llevan su tiempo, su
reflexión. No se deben ni se pueden hacer a la ligera, sino de forma
adecuada, juiciosamente, con cordura. Sus
mensajes educativos y aleccionadores (
Instruir, amaestrar, enseñar)
los hace valiendose de refranes como estos:
“Vaca
y carnero, olla de caballeros”
(p. 98).
Citado por Sebastián Covarrubias) que vine a significar que D.
Quijote era más bien pobre, pues, la vaca vale
menos que la carne de de carnero
“El caballero andante sin amores
es como árbol sin hojas y sin frutas o el cuerpo sin alma.” p. 105.
Don Quijote, para hacer lo que ha de hacer, y decir lo que ha de decir, no puede ser un caballero cualquiera, ha de ser un loco-cuerdo; loco para que se le permita hacer y de dicer lo que hace y dice, y cuerdo para dar validez a lo que en condiciones normales el hombre justo y honorable debería de decir y hacer.
Cervantes no hubiera podido hablar de un república, ni entrar en batalla con unos monjes, sin no se hubiera valido de un loco, siendo un súbito de un reino
donde no se ponía el sol.
CAPÍTULO II
QUE TRATA DE LA PRIMERA SALIDA QUE
DE SU TIERRA HIZO EL INGENIOSO DON QUEIJOTE.
Realizadas todas la preparaciones,
decide poner en efecto su pensamiento. Piensa que el mundo necesita
de su acción para impartir justicia. En el mundo son muchos los
“agravios que ha de deshacer, tuertos que enderezar,
sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar y deudas que
satisfacer”(pp106-107). Decide, un tanto impaciente,
sin comunicarlo,salir por la mañana, antes de del día, en un día
caluroso de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre
Rocinante y sale al campo, con grandísimo contento y alborozo para
dar cumplimiento a sus gran deseo, que es hacer justicia, amparar a
los menesterosos. Tan pronto se vio en el campo se percata de que se
tiene que armar caballero conforme a la ley de caballería. Razón
por lo que decide armarse caballero del primero que tope. Y con esa
idea va caminando a la espera de encontrar la oportunidad lo másd
pronto posible.
En su caminar va conversando consigo
mismo y diciendo cosas como estas: contarían la historia de sus
verdaderos hechos.
Subió de nuevo “sobre su Rocinante,
y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de
Montiel”(p.108).
“Y era la
verdad que por él caminaba. Y añadió diciendo:
-Dichosa
edad, y siglo dichoso aquel a donde saldrán a luz las famosas
hazañas mías, digna de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles
y pintarse en la tabla para memoria en lo futuro. ¡Oh
tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quién ha de tocar a
ser cronista desta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de
mi buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y
carreras” (p. 108).
Después se acordó, como si estuviera
enamorado de Dulcinea: ¡Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo
corazón...” Continuó hablando sobre los agravios que le había
hecho su dulcinea y demás cosas que había leído en los libros. Iba
caminando despacio y durante aquel día nada le sucedió digno de
destacar. “Autores hay que dice que la primera aventura que le
vino fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de
viento...pero lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que
he hallado escrito en los anales de la Mancha, es que él anduvo todo
aquel día, y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y
muertos de hambre” (p. 109). Su afán era encontrar un castillo
o una venta para descansar y acabar con el hambre. Al fin ve una
venta, que a él le pareció un castillo, se da prisa y llegó a
ella en el momento en que anochecía.

En la puerta estaba dos mujeres
mochas, destas que se llaman de partido (mujeres deshonestas y
vagabundas), las cuales les parecieron dos hermosas doncellas o dos
graciosas damas, que en la puerta del castillo se estaban solazando.
Aquellas doncellas se reína, no solo de su figura, de su facha sino
de sus dichos, de su manera de haablar. Al fin sale el ventero,
hombre gordo, pacífico y decidió hablale recatada y dulcemente:
- Si vuestra merced, señor caballero,
busca posada, amén (aquí la palabra significa excepto) del
lecho...Viendo D. Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza,
que le pareció a él el ventero, respondió:
- Para mi , señor castellano,
cualquier cosa basta porque:
mis arreos son las armas
mi descanso el pelear, etc
Mi cama las duras peñas.
Mi dormir siempre velar (primeros
versos de un precioso romance, publicado en cancionero de Amberes,
mediado del siglo XVI)
Al decirle los dos últimos versos el
ventero, se fue a tener el estribo a D. Quijote, que se apeó con
mucha dificultad y trabajo. Mandó que cuidaran de su Rocinante que
el el más valioso del mundo, cosa que el ventero lo vio así. Las
mozas le fueron quitando las armas y demás cosas. Pero no pudieron
quitarle la gola y la celada, con las que se tuvo que acostar. Y
pensando que aquellas mozas eran algunas principales señora y damas
de aquel castillo, les dijo con mucho donaire:
Nunca fuera caballero
de dama también servido
como fuera don Quijote
cuando de su aldea vino:
doncellas curaban dél;
princesas, del su rocino
Don quijote ofrece sus servicios a las
damas(mozas) de defensa. Las mozass no responden y solo le
preguntaron si quería comer alguna cosa. Pero aquel día era
viernes y solo había pescado. Le ponen la mesa en la puerta de la
venta, por el fresco y el llevó el huésped una porción de mal
remojado y peor cocido bacalao y un pan tan negro y mugriento como
sus ramas. Su manera de comer producía risa. Estando comiendo con
esta facha, llega a la venta un castrador de puercos e hizo sonar el
silbato, lo que le hace creer a D. Quijote “que estaba en algún
famoso castillo y que le servían con música, y que el abadejo eran
truchas, el pan candeal y las rameras damas, y el ventero castellano
del castillo, y con eso daba por bien empleada su determinación y
salida. Pero lo que más le fatigaba era el no verse armado
caballero, por parecerle que no se podía poner legítimamente en
aventura sin recibir la orden de caballería” (p. 114).
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¿Qué nos quiere enseñar Cervantes,
narrador del Quijote, en este capítulo reducido a la salida
silenciosa del mismo, sin más aventura que encontrarse con una
posada que le parece un castillo y una mozas que le parecen algunas
principales señora y damas de aquel castillo?
Pienso que Cervantes nos quiere decir
que cuando el ser humano está poseído por la idea sublime,
convertida en ilusión de sueños que desvelan, tiende a convertir la
realidad de la vida terrenal en la realidad de la vida celestial:
empeñado en reemplazar dicha realidad terrenal en en la celestial.
Aquello que ve D. Quijote no es lo que ve, sino lo que desea y quiere
que sea: la venta no es la venta, sino el castillo, estancia del
caballero andante; el ventero no es el ventero, sino un caballero
castellano; las mozas no son las mozas, sino grandes y principales
señoras, Rocinante no es un Rocinante cualquiera, sino el más
valioso de cuantos existen en el mundo; el no es un caballero
cualquier, sino el único, el más valiente del mundo, para ello
tiene que respetar las leyes de caballería y armarse caballero con
arreglo a las Leyes de Caballería. Y en tanto no sea así no puede
ni debe emprender aventura alguna. La ley es la ley, y hay que
respetarla.