jueves, 2 de julio de 2015

CAPÍTULO V: DONDE SE PROSIGUE LA NARRACIÓN DE LA DESGRACIA DE NUESTRO CABALLERO

CAPÍTULO V: DONDE SE PROSIGUE LA NARRACIÓN DE LA DESGRACIA DE NUESTRO CABALLERO


 
 COMETARIO Y ENSEÑANZA

Nuestro caballero sigue mal, aún no pude levantarse y se le ocurre pensar en algún paso de sus libros. A su memoria le viene el de Valdovinos y del Marqués de Mantua, cuando Carloto lo dejó herido en una montiña. Recordar aquel paso le emocionó y con “muestras de grande sentimiento, se comenzó a volcar por la tierra y a decir con gran debilitado aliento lo mismo que dicen que decía el herido caballero del bosque:
¡Dónde estás, señora mía
que no te duele mi mal?
O no lo sabes, señora,
o eres falsa y desleal

y de esta manera fue prosiguiendo el romance hasta aquellos versos que dice

¿Oh noble marqués de Mantua,
mi tío y señor carnal”(p.131)
Estando recitando este versos pasó por allí un labrador y vecino suyo, que venía de traer una carga de trigo al molino, se llegó a él y le proguntó por su mal. Don Quijote creyó que era el Marqué de Mantua, su tío, siendo esta la razón por la que su respuesta fue proseguir su romance, donde le daba cuenta de sus desgracia y de los amores del hijo del Emperante con sus espesa, igual que el romance lo canta.
El labrador queda admirado de oír tales disparates: le quita la visera, le limpio el rostro, que lo tenía cubierto de polvo, y cuando ya lo había limpiado lo conoció y le dijo:
Señor Quijana, ¿quien le ha puesto a vuestra merced así? Le hace una exploración para ver si tenía alguna herida, y después lo montó sobre su jumento, por parecerle caballería más sosegada. Dicho labrador, recogió las armas y las puso en el Rocinante. Lo tomó de las riendas, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo pensando en los disparates que decía. No se podía tener sobre el borrico. “De cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo” (p. 132). 
Al preguntarle de nuevo por qué mal tenía, dicho labrador le traía a la memoria el moro Albíndarráe, cuando el alcalde de Antequera, Rodrigo de Narváez, le preguntó y le llevó cautivo a la alcaidía. Le vuelve a preguntarle como estaba y que sentía, y le respondió con las misma palabras y razones que el cautivo y bencerraje a Rodrigo de Narváez, del mismo modo que él había leído en la historia en la Diana de Jorge Montemayor. “ El labrador se iba dando al diablo de oír tanta máquina de necedades, por donde conocí que su vecino estaba loco, y dábale priesa en llegar al pueblo, por escusar el enfado que don Quijote le causaba con sus larga arenga, Al cabo de lo cual dijo:
-Sepa vuestra merced, señor don Rodrigo de Narváez, que esta hermosa Jarifa que he dicho es ahora la linda Dulcinea del Toboso, por quien yo he hecho, hago y haré los más famosos hechos de caballería que se han visto, vean y verán en el mundo” (p.132).
Es entonces cuando el labrador le dice:
-Mire vuestra merced , señor, pecador de mi, yo no soy don Rodrígo de Narváez, ni el marqué de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino, ni vuestra merced es Valdovino, ni Abindarraez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana” (p.132).
Don quijote sigue confundiéndose, desdoblándose y le contesta de forma tajante: “yo sé quien soy, “y sé que puedo ser no solo lo que he dicho sino todos los doce Pares y aun los nueve de la Francia” (pp. 132-133).
Con esta conversación llegaron al lugar en la hora que anochecía; pero el labrador no hizo su entrada hasta que no se hizo más de noche para que no viesen al molido hidalgo tan mal caballero (mal montado porque iba en un asno). Llegada la hora conveniente lo llevó a casa de D. Quijote, en la que estaban el cura y el barbero del lugar, que les estaba diciendo su ama a voces:
-”Qué le parece a vuestra merced, señor licenciado Pero Pérez- que así se llamaba el cura-,de la desgracia de mi señor? Tres día que no parecen él, ni el rocín, ni la adarga,, ni la lanza, ni las armas. ¡Desventurada de mi! Que me doy a entender, y así ello es la verdad como nací para morir, que estos malditos libros de caballería que él tiene y suele leer tan ordinario le han vuelto el juicio... que así han echado a perder el más delicado entendimiento que había en toda la mancha (p.133)
La sobrina decía lo mesmo, y aun decía más:
-Sepa, señor maese Nicolás – que ese era el nombre del barbero-, que muchas veces le aconteció a mi señor tío estarse leyendo en estos desalmados libros de eventuras dos días con sus dos noches, al cabo de los cuales arrojaba el libro de las manos, y ponía mano a la espada, y daba acuchilladas con las paredes, y cuando estaba muy cansado que había muerto a cuatro gigantes como cuatro torres, y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre de la feridas que había recibido en las batallas y bebíase luego un gran jarro de agua fría, y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosisma bebida que le había traído el sabio Esquife” (alquife) pp.133.134.
El labrador quedó enterado de la enfermedad de su vecino don Quijote. El labrado, a voces dijo: “abran vuestras mercedes al señor Valdovino y al señor marqués de Mantua, que viene mal ferido, y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera” (p.134).
A esta voces salieron todos y temiendo que se lanzasen a abrazale, dijo D. Quijote: “Tengase todos, que vengo maferido por culpa de mi caballo. Llévenme a li lecho y llámese, si fuere posible, a la sabia Urganbda, que cure y cate de mis feridas”(p.134)
Lo llevan a la cama y , “cantándole las heridas no le hallan ninguna, y él dijo que todo era molimiento, por haber dado na caía con Rocinante, su caballo, combatiendo con diez jayanes, los más desaforados y atrevidos que se que se pudieran fallar en gran parte de la tierra” (p.135)

Hiciéronle a don Quijote mil preguntas, y a ninguna quiso responder otra cosa que le diesen de comer y le dejasen dormir, que era lo que más le importaba. Hízose así, y el cura se informá muy a la larga del labrado de modo que había hallado a don Quijote.. Él se lo contó todo, con los disparates que al hallarle y al traerle había dicho, que fue poner más de seco en el licenciado de hacer lo que otro día(el día siguiente) hizo, que fue llamar a su amigo el barbero maese Nicolás, con el cual se vino a casa de don Quijote” (p.135)

Su locura es hermosa. En este capítulo, dice Martin de Riquer- “adquiere una característica nueva y será pasajera: el protagonista de la novela se imagina ser otra persona. Recordando los romances del marqués de Mantua se figura que él no es don Quijote sino Valdovinos, personaje que se halló en su trance parecido; y poco despúes que es el moro Abidarráez, y que su vecino Pedro Alonso es Rodrígo de Narváez, héroes novelescos. Don Quijote sufre, pues, desdoblamiento de personalidad, sesgo nuevo de su locura que sólo se volverá a dar al principio del capítulo 7, cuando se imaginará ser Reinaldos de Montalbán” (p. 129)



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