viernes, 11 de septiembre de 2015

CAPITULO X.DE LO QUE MÁS LE VINO A DON QUIJOTE CON EL VIZCAÍNO Y DEL PELIGRO EN QUE SE VIO CON UNA TURBA DE YANGÜESES.

CAPÍTULO X

DE LO QUE MÁS LE VINO A DON QUIJOTE CON EL VIZCAÍNO Y DEL PELIGRO EN QUE SE VIO CON UNA TURBA DE YANGÜESES.

Empieza mencionando a Sancho Panza, que se encontraba mal, pues, había sido maltratado por los mozos de los frailes. Pero aún así” había estado atento a la batalla de su señor don Quijote, y rogaba a Dios, en su corazón” (p. 171) por su victoria “y que en ella ganase alguna ínsula donde le hiciese gobernador, como se lo había prometido” (pp.171-172)

Acabada la pendencia, llegó a tenerle el estribo para que subiera a Rocinante, pero “antes de que subiese se hincó de rodillas delante de él, y asiéndole la mano, se la besó y le dijo:
- sea vuestra merced servido, señor don quijote mío de darme el gobierno de la ínsula que en esta rigurosa pendencia se ha ganado; que, por grande que sea, yo me siento con fuerza de saberla gobernar tal y también como otro que haya gobernado ínsulas en el mundo. A lo cual respondió don Quijote:
- Advertid hermano Sancho, que esta aventura y las a éstas semejantes no son venturas de ínsulas, sino encrucijadas, en las cuales no se ganan otra cosa que sacar rota la cabeza o una oreja menos. Tened paciencia, que aventuras se ofrecerán donde no solamente os pueda hacer gobernador, sino más adelante” (sino más todavía) (p. 172).
Sancho se alegró mucho, de nuevo le besó la mano y la falda de la loriga. Con esa alegría le ayudó a subir sobre Rocinante; y él lo hizo sobre su asno y comenzó a seguir a su señor, pero era tal la rapidez con la que iba su amo, que Sancho se vio obligado a darle voces para que le guardase, cosa que hizo don Quijote teniendo las riendas de Rocinante hasta que Sanco Panza llegase, al llegar le dijo:
- “Paréceme, señor, que sería acertado irnos a retraer a alguna iglesia; que, según quedó maltrecho aquel con quien os conbatistes, no será mucho que den noticia del caso a la Santa Hermandad y nos prendan ; y a fe que sí lo hacen, que primero que salgamos de la cárcel que nos ha de sudar el hopo” (p. 173)
La Santa Hermandad de Castilla – dice Martin de Riquer- , era un tribunal constituido para castigar los delitos cometidos en el campo y que disponía de milicias armadas formadas por grupos o cuadrillas ( de donde los agentes se llamaban cuadrilleros) que perseguían a los malhechores. Sudar el hopo, continúa diciendo Martín de Riquer, es sudar hasta los pelos.
Tan pronto como termina Sancho, don Quijote le dice:Calla... Y ¿has visto tú, o leído jamás, que un caballero andante haya sido puesto ante la justicia, por más homicidios que hubiese cometido?
-Yo no sé nada de omecillos -respondió Sancho-, ni en mi vida le caté a nunguno; solo sé que la Santa Hermandad tiene que ver con los que pelean el el campo, en esotro no me entremeto”(P. 173).Sancho, que no entiende la palabra , lo que quiso decirle a su señor es que él no entendía nada de odio, ni de rencor, y que por lo mismo nunca guardo odio a nadie.
Don Quijote le recomienda que esté tranquilo, que él le sacará de apuros, a la vez que le hace ver que nunca hubo un caballero andante con más brío en acometer, más aliento en perseverar, más destreza en herir, ni más maña en derribar. Sancho Panza que él no ha leído ninguna historia , porque no sabe leer ni escribir, pero está seguro que amo como él no ha servido en todos los días de su vida, y que “lo que le ruego a vuestra merced es que se cure,que le va mucha sangre de esa oreja, que aquí traigo hila y un poco de ungüento blanco (era un medicamento que se hacia con cera, albayalde y aceite rosado) en las alforjas” (p. 174)
Sancho Panza desconoce el bálsamo, pero don Quijote se sabe su receta de memoria con el que no hay que temor a la muerte, pues con él se cada uno más sano que una manzana. Tan bueno es que le recomienda a Sancho se lo aplique tan pronto lo vea malherido. Es tal la alegría a la que llega Sancho que le hace saber a su señor, que si es así renuncia a la prometida ínsula y no quiere otro pago a sus servicios que su merced le de la receta de ese extremado licor. Tan entusiasmado está que le dice a su amo don Quijote:” ¿pues a qué guarda vuestra merced a hacelle y a enseñarmele?
- Calla-respondió don Quijote-; que mayores secretos pienso enseñarte y mayores mercedes hacerte; y, por agora, curémonos, que la oreja me duele más de lo que yo quisiera “ (p. 174).(Es importante, ver como Sancho entre tener y gobernar una ínsula y poseer un medicamento para preservar la salud, opta por el medicamento; es decir por la salud.).Sancho sacó “de las alforjas hijas y ungüentos. Mas cuando don Quijote llegó a ver rota su celada, pensó perder el juicio, y puesta la mano en la espada y alzando los ojos al cielo, dijo:
- Yo hago juramento al Criador de todas las cosas y a los santos cuatro Evangelios, donde más largamente están escritos, de hacer la vida que hizo el grande marqués de Mantua cuando juró de vengar la muerte de su sobrino Valdovinos, que fue de no comer pan a manteles, ni con su mujer fogar, y otras cosas...
Oyendo esto Sancho le dijo” (p.175), entre otras cosas, que si cumplió el caballero con lo que se le ordenó como fue irse a presentar a Dulcinea del Toboso, no merece otra pena sino cometer nuevo delito.. Don Quijote le aprueba lo dicho diciéndole: “Has hablado y apuntado muy bien” (p. 175). Pero Sancho un tanto enfadado le contesta: “Qué dé al diablo vuestra merced tales juramentos, señor mi, pues, son muy en daño para la salud y muy en perjuicio de la conciencia”.(p. 175). Si no dígame ahora si no encontramos en muchos días hombre armado con celada. Por todos estos caminos no andas hombres armados, sino arrieros y carreteros, los cuales ni traen caladas y han odio nombrarlas en todos los día de su vida.
- “Engáñate en eso – dijo don Quijote- porque no habremos estado dos horas por esas encrucijadas cuando veamos más armados que los que vinieron sobre Abraca, a la conquista de Angélica la Bella” (p. 176). Sea así, y todo suceda bien y tendremos ocasión- dice Sancho- de ganar esa ínsula que tan cara me cuesta, y muérame yo luego.
No tienes que tener cuidado alguno -le contesta don Quijote- , “que cuando faltare ínsula, ahí está el reino de Dinamarca o del de Saliadisa, que te vendrá como anillo al dedo” (p. 176).Ahora mira si traes algo en esas alforjas, que comamos, porque vamos luego en basuca de algún castillo donde alojemos esta noche y hagamos el bálsamo que te he dicho, porque yo te voto a Dios que me va doliendo mucho la oreja.
- Aquí trayo una cebolla, y un poco de queso, y no sé cuantos mendrugos de pan-dijo Sancho-; pero no son manjares que pertenecen a tan valiente caballero como vuestra merced.
-¡Qué mal lo entiendes!-respondió don Quijote-;hágote saber, Sancho, que es honra de los caballeros andantes no comer en un mes,y, ya que coman, sea de aquello que hallaren más a mano” (p. 176). Don Quijote le sigue exponiendo razones a Sancho. Le dice. Si hubieras leído tantas historias de caballería como yo, esto lo darías por cierto. Muchas han sido las historias de caballería que he leído -sigue explicando-,, y no he hallado en ninguna en que los caballeros andantes
comiesen, si no era a caso y en algunos suntuosos banquetes que le hacía, y los demás días se lo pasaban en flores” (.p.177), es decir, en sosa de poca sustancia (aclara Martín de Riquer, en nota a pie de página). “Y aunque se deja entender que no podían pasar sin comer y sin hacer todos los otros menesteres naturales, porque, en efecto, eran hombres como nosotros, hase de entender también que andando lo más del tiempo de su vida por las florestas y despoblados, y sin cocinero, que sus más ordinarias comidas serían de viandas rústicas, tales como las que tú ahora me ofreces. Así que Sancho amigo, no te acongoje lo que a mí me da gusto...
-Perdóneme vuestra merced-dijo Sancho-; que yo no sé leer ni escribir, como otra vez he dicho, no sé ni he caído en las reglas de la profesión caballeresca; y de aquí adelante yo proveeré las alforjas de todo género de fruta seca para vuestra merced, que es caballero, y para mi las proveeré, pues no lo soy, de otras cosas volátiles y de más sustancia” (p.177).
A ello replicó don Quijote, diciendo que no quería decir que los caballeros andante no no comieren otra cosa sino las frutas que indicaba su escudero Sancho, sino que su alimento más ordinario debía ser dicha frutas, así como otras yerbas que se hallaban por los campos que los caballeros y él conocían. Conocimiento que para Sancho es una virtud, y que algún día yo me imagino” será menester usar de ese conocimiento” (p. 177)

Sacando Sancho los alimentos que dijo que traía comieron los dos en buena paz y compaña. Lo hicieron con mucha brevedad, pues, tenían que buscar alojamiento para aquella noche. Para ello se dieron prisa para “ llegar al poblado antes de que anocheciese; pero les faltóles el sol, y la esperanza de alcanzar lo que deseaban, junto a unas chozas de uno cabreros, y así, determinaron de pasarla allí; que cuanto fue de pesadumbre para Sancho no llegar a poblado, fue de contento para su amo dormirla al cielo descubierto, por parecerle que cada vez que esto sucedía era hacer un acto posesivo ( o positivo) que facilitaba la prueba de su caballero (p, 177)














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