viernes, 11 de septiembre de 2015

CAPITULO IX. DONDE SE CONLUYE Y DA FIN A LA ESTUPENSA BATALLA QUE EL GALLARDO VIZCAINO Y EL VALIENTE MANCHEGO TUVIERON.

SEGUNDA PARTE DEL INGENIEOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA


CAPITULO IX
DONDE SE CONLUYE Y DA FIN A LA ESTUPENSA BATALLA QUE EL GALLARDO VIZCAINO Y EL VALIENTE MANCHEGO TUVIERON.

Miguel de Cervantes, narrador de esta bella historia de don Quijote y su escudero Sancho Panza deja sin terminar la batalla mantenida entre el vizcaíno y el el valiente don Quijote, el más valiente de todos los caballeros andantes que se han dado en el reino de este mundo de la caballería andante.
Hasta ahora, es decir, a lo largo de la primera parte, “Cervantes -dice Martín de Riquer- ha fingido ser una especie de erudito que recopilaba dato de otros autores y de los archivos de la Mancha para ordenar la historia de don Quijote. En este momento, al empezar el presente capítulo, Cervantes se nos introduce él mismo en las páginas de la novela apesadumbrado por no saber más de don Quijote, pero no tarda en narrarnos el hallazgo, en Toledo, de una obra en árabe llamada “Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo”; y de este momento hasta la última página de sus postrera parte el quijote se ofrecerá a sus lectores como la traducción de este fingido texto arábigo, al que de cuando en cuando Cervantes hará ver que se permite intercalar algún comentario y algunas veces se dará a sí mismo el nombre de “traductor”. Se trata con ello de parodiar un aspecto del estilo de los libros de caballería, en los que es muy frecuente que los autores finjan que los traducen de otra lengua o que han hallado el original en condiciones misteriosas” (p. 165)

En esta segunda parte, y a partir del presente capítulo, Cervantes se introduce en la novela y busca como un asiduo lector a la espera de hallar en Toledo alguien que se halle en posesión de la historia y valiéndose de ella pueda irse sabiendo, no sólo el final de esta batalla, sino el resto de la historia de don Quijote.
“Estando yo un día en el Alcalá de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como yo era aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta natural inclinación, tomé un cartapacio de los que muchos vendía” (p.168). Se percata que al margen hay escrito el nombre de Dulcinea del Toboso, y que aquellos cartapacios contenían la historia del don Quijote, y que en arábigo-castellano decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli”, historiador arábigo. Nombre inventado , pero en auténtico arábigo e irónico.
Todos los cartapacios los compró-continúa diciendo Cervantes- por medio real.
En el primer cartapacio estaba pintada muy al natural la batalla de don Quijote con el vizcaino, puesto en la misma postura que la historia cuenta, levantada la espada, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaino tan al vio, que estaba mostrándose ser de alquiler a tiro de ballesta (p. 169).
Tras comprobar que la historia de don Quijote es la verdadera, se aprecia que la segunda parte, siguiendo la traducción, comenzaba de esta manera:

Puestas y levantadas en alto las cortadoras espadas de los valerosos y enojados combatientes, no parecía sino que estaban amenazando al cielo, a la tierra y al abismo: tal era el denuedo y el continente que tenían. Y el primero que fue a descargar el golpe fue el colérico vizcaino” (p. 170), el cual le descargo con tal fuerza que lo tiró al suelo y lo dejó muy maltrecho. Pero fue tal rabia la que entró en el corazón de don Quijote, que se alzó de nuevo en el estribo y apretó con tal fuerza la espada y la descargó “con tal furia sobre el vizcaíno que comenzó a echar sangre por las narices y por la boca, y por los oídos y de dar muestra de caer de la mula abajo. Don Quijote lo miró con mucho sosiego, lo vio caer, y entonces saltó de su caballo “y con mucha ligereza se llegó a él, y poniéndole la punta de la espada en los ojos, le dijo que se rindiese; si no , le cortaría la cabeza. Estaba el vizcaíno tan turbado, que no podía responder palabra; y se lo pasara mal, según estaba ciego don Quijote, si las señoras del coche, que hasta entonces con gran desmayo habían mirado la pendencia, no fueran donde estaba y le pidieran con mucho encarecimiento les hiciese tan gran merced y favor de perdonar la vida a aquel su escudero” . A lo cual don Quijote respondió con mucho entono y gravedad .
- Por cierto, fermosa señora, yo soy muy contento de hacer lo que me pedías; mas ha de ser con una condición y concierto, y es que este caballero me ha de prometer de ir al lugar del Toboso y presentarse de mi parte ante la sin par doña Dulcinea, para que ella haga dél lo que más fuere de su voluntad.
Las temerosas y desconsoladas señoras, sin entrar en cuenta de lo que don quijote pedía, y sin preguntar quién Dulcinea fuese, le prometieron que el escudero haría todo aquello que de su parte le fuese mandado.
-Pues en fe de esas palabras, yo no le haré más daño, puesto que me lo tenía bien merecido” (p. 171)

Don quijote, ese loco-cuerdo, muestra una vez más que es un caballero andante, siempre dispuesto a llevar justicia donde no la hay, a deshacer entuertos, agravios y demás mezquindades de este mundo, que hasta en la victoria se compadece de su víctima. En este caso, que lo podía haber hecho añicos a vizcaino lo deja maltrecho en el suelo, pero llevado por su nobleza de caballero deja a salvo al escudero, que lo confunde con un caballero, y considerando la petición de las señoras las deja marcharse sin mas petición que la ya consignada para su Dulcinea del Toboso..




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