jueves, 6 de agosto de 2015

CAPÍTULO VIII: DEL BUEN SUCESO QUE EL VALEROSO DON QUIJOTE EN LA ESPANTABLE Y JAMÁS IMAGINADA AVENTURA DE LOS MOLINOS DE VIENTO, CON OTROS SECESOS DIGNOS DE FELICE RECORDACIÓN.

CAPÍTULO VIII
DEL BUEN SUCESO QUE EL VALEROSO DON QUIJOTE EN LA ESPANTABLE Y JAMÁS IMAGINADA AVENTURA DE LOS MOLINOS DE VIENTO, CON OTROS SECESOS DIGNOS DE FELICE RECORDACIÓN.

COMENTARIO Y ENSEÑANZA.

Llevaban muy poco camino andado Sancho Panza y don Quijotes,cuando se encuentran con treinta o cuarenta molinos de viento, gigantes para don Quijote, con los que piensa entrar en batalla y quitarles la vida, y lo quiere hacer por tres razones:
- Primero, por aprovechar sus despojos y enriquecerse, por ser esta buena guerra.
- Segundo,por ser un gran servicio de Dios.
                                        -Tercero, quitar lal mala simiente sobre la faz de la tierra

Pero su escudero, Sancho Panza, le dice que no son gigantes, sino molinos de viento. D. Quijote le aclara que se nota que no está cursado en el asunto de las aventuras. Le, reafirma, pues que son gigantes, y que si tiene miedo que se retire y se ponga en oración en el espacio que él se va a encontrar con ellos en “fiera y desigual batalla.
Dando espuelas a su Rocinante, sin atender las instantes voces que su escudero le daba advirtiéndole que eran molino y no gigantes, entra en batalla,



tras encomendarse a su Dulcinea,



 y sale molido de los golpes que recibe de las aspas de los molinos que estaba en pleno movimiento merced a la furia del viento. Acude su escudero Sancho Panza, a socorrerle, y cuando llegó se encontró que no se podía mover.
En el encuentro, se establece un dialogo entre escudero y señor. Sancho en que la había dicho que no eran gigantes, son molinos de viento. Don Quijote, envuelto en sus delirios y dobleces le contesta que en las cosas de la guerra están sujetas a continuas mudanzas, y que el sabio Frestón que le robó el aposento y los libros ha vuelto los gigantes en molinos para quitarle la glora de su vencimiento. Tras decirle su escudero que Dios lo haga como puede, le ayudó a laventar, tornó a subir sobre Rocinante. Y siguiendo hablando de la pasada aventura, siguieron el camino de Puerto Lápice, con el deseo de hallarse allí con numerosas aventuras, por ser lugar muy pasajero.
Siguen caminando, y don Quijote sigue pensando en aventuras. Recuerda un caballero español llamado Diego Pérez de Vargas, que en le rompieron la espada en una batalla, y despejando de una encina un ramo y tronco, con el que hizo muchas cosas. Dicho recuerdo le sugiere que del primer encinar que encuentre con el tronco y rama que tome hará muchas hazañas.
Siguen con su diálogo. Sancho Panza le sugiere comer. Pero don Quijote le dice que lo haga él. Sancho Panza saca la comida de las alforjas y lo hace caminando detrás de su amo, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tal gusto que pudiera envidiar al más regalado bodeguero de Málaga. Tan a gusto iba, que solo pensaba en “andar buscando las aventuras, por peligrosas que fuesen” (p.158).
“Aquella noche la pasaron y de uno de ellos desgajó don Quijote un ramo seco que casi le podía servir de lanza... Todo aquella noche no durmió don Quijote, pensando en su señora Dulcinea...No lo pasó así Sancho Panza, que se tiró toda la noche dormido ”(p.158). Al día sigiente, al la salida del sol se pusieron en marcha. Don quijote no quiso desayunar, le dio por sustentarse de sabrosas memorias. Tomaron camino de Puerto Lápice, y sobre las tres del día llegaron a él. “Aquí, dijo don Quijote; podemos, hermano Sancho Panza, meter las manos hasta lo codos en esto que llaman aventuras” (p.158) y le advierte, que salvo que los que le ofendan sea canalla y gente baja, no ponga mano a sus espada para defenderle, ya que eso no está permitido por las leyes caballería, cosa que podrá hacer cuando sea armado caballero. Sancho Panza le promete obediencia, y le hace saber que él es un hombre pacífico y enemigo de meterse en ruidos y pendencias. Sin embargo, si tuviera que defenderse de su persona, lo hará sin tener en cuanta todas esa leyes, ya que las leyes” divina y humanas permiten que cada uno se defienda de quien quiere agravarle” (p. 159). Don Quijote ratifica lo que dice su escudero Sancho Panza, y éste le dice a su amo, que así lo hará.
“Estando en estas razones, asomaron por el camino dos frailes de la orden de San Benito, caballeros sobre dos dromedarios: que no eran más pequeñas dos mulas en que venían. Traían sus anteojos de camino y sus quitasoles. Detrás de ellos venía un coche, con cuatro o cinco de a caballo que le acompañaban y dos mozos de mula a pie. Venía en el coche … una señora vizcaína, que iba a Sevilla, donde estaba su marido , que pasaba a las indias con muy honroso cargo. No venía los frailes con ella, aunque iban el mesmo camino, mas  apenas los divisó don Quijote, cuando dijo a su escudero:
- “Yo me engaño, o esta ha de ser la más famosa aventura que se ha visto” (p. 159), confunde los bultos negro por algunos encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche, lo que demanda deshacer dicho tuerto. Sancho Panza le dice que ellos no son” frailes de San Benito, y el coche debe ser de alguna gente pasajera, y que mire bien lo que hace , no sea el diablo que le engañe” (p. 159). Don Quijote le dice que él sabe poco de achaques de aventuras e insite que lo que le dice es verdad y lo verá.
En ese momento se pone en la mitad del camino y entra en batalla, diciendo en alta voz: “gente endiablada y descomunal, dejad luego y al punto las altas princesa que en ese coche lleváis” (p. 159). Arrmete contra el primer frale y lo lanza al suelo, y el segundo fraile se lanza a correr más ligero que el viento. Sancho Panza se lanza al fraile para quitarle los hábitos, despojos. En ese momento llegan a él lo mozos de los frailes, que nada entendían de lo que les comentaba Sancho Panza, y lo tiraron al suelo, le molieron a coces y le dejaron sin sentido. El fraile torno subir a caballo, se fue a recoger al otro, y decidieron seguir su camino “haciéndose más cruces que si lo llevara el diablo a las espaldas” (p. 161)
Don Quijote estaba hablando con la señora del coche de su hermosura, y que se presentaran ante su Dulcinea y le comunicaran cuanto habían visto hacer su libertad. En ese trance un escudero de los que el coche acampaba, viendo ue lo les dejaba pasar, le coge a lanza y le dice y le maltrató de palabra, a lo que don Quijote con mucho sosiego le respondí:
- “Si fueras caballero, como no eres, ya yo hubiera castigado tu sandez y atrevimiento, cautiva,criatura” (p. 162)
El vizcaíno se sintió ofendido y en singular batalla le da una cuchallada a Don Quijote encima de un hombro, por encima de la rodelka, que, a dársela sin sin defensa, le abriera hasta la cintura. Don quijote, que sintió la pesadumbre de aquel desaforado golpe, dió una gran voz diciendo:
-”¡Oh señora de mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, socorred a este vuestro caballero, que , por satisfacer a la vuestra mucha bondad, en este riguroso trance se halla¡ “ (P. 163)
Al terminar de decir esto don Quijote, aprieta la espada, se cubre bien con su rodela, arremete con determinación al vizcaino, aventurando todo a un solo golpe. El vizcaíno, al verlo venir contra él, lo espera cubierto de su almohada, sin poder rodear la mula a una y a otra parte, que de puro cansada no podía dar un paso.
“La señora del coche y demás criadas suya estaban haciendo mil votos y ofrecimientos a todas la imágenes y casas de devoción de España, porque Dios le lebrarse a su escudero y a ellas de aquel tran grande peligro en que se hallaban” (p. 163)
El autor deja pendiente para contar en la segunda parte.


“La estructura es triádica: un diálogo explicita lo que cada uno de los dos personajes ve o entiende por real: el protagonista para a la acción, y un diálogo final cada uno comenta lo acaicido, confirma su actitud o acomoda los hechos a su postura individual. Se producen dos alternancias que serán fundamentales a lo largo de la novela: entre la acción y el pensamiento; y, dialógicamente, entre una y otra concepción personal. La conjunción de ambas contraconcepciones, en las que se introducerán muchos personajes, origina el pluralismo de sentidos”(D. Quijote de la Mancha. Edicción Instituto Cervantes 1605-2005. Barcelona 2004 de Claudio Guillén)

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